Este pueblo tan estimado y apreciado por tanta gente celebra hoy la festividad de Santa Teresa de Jesús, y es una fiesta que nos mueve a ver a esta Santa tan importante, a acoger su ayuda y sus enseñanzas, y además, siendo un día significativo de la vida de esta parroquia, nos ha de mover a pensar qué es y está llamada a ser una parroquia. Vamos a considerar pues, estos dos aspectos: lo que Santa Teresa aporta a nuestra vida y lo que una parroquia, y en concreto esta Parroquia está llamada a ser.

Santa Teresa es importante para la vida de la Iglesia, y de un modo especial para la vida de la Iglesia en España. Por eso, el Papa Francisco nos animó a celebrar un año jubilar con ocasión del Quinto centenario del nacimiento de Teresa de Jesús. Abrimos ese año jubilar tal día como hoy el año pasado y lo concluimos hoy. Ha sido un año para fijarnos más en esta Santa, y acoger las enseñanzas que nos ha dejado, los hechos que a ella la hicieron santa y que nos pueden servir a nosotros para ser, como Dios quiere que seamos, santos aquí en la tierra, cada uno desde su vocación particular.

Al concluir hoy el año Jubilar de  Santa Teresa de Ávila, decimos con el canto de la Virgen María: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”. Día de bendición para la Santa, para la Orden Carmelitana y para la Iglesia. El Señor le concedió 67 años de vida en los que la fue llevando por caminos inesperados tanto en su salud física, a punto estuvo de ser enterrada viva, como en su salud espiritual para forjar una eternidad en el cielo.

Dios escribe recto con líneas torcidas. Esto se percibe en la memoria de su vida: Gestas de los Santos y libros de caballerías ocuparon su atención en un primer momento, pero serán las Cartas de San Jerónimo a Heliodoro y la lectura de las Confesiones de San Agustín, ayudada por experiencias místicas, lo que marcará una camino decisivo en su vida: dedicarse más de lleno a la oración y proyectar la fundación del monasterio de San José y las demás fundaciones a las que imprimió un carácter renovador, no sin ganarse calificativos como “fémina inquieta, andariega, desobediente”, aunque en realidad fue “la dama errante de Dios”, mujer obediente y absolutamente adherente a la cultura de la Contrarreforma.

Las fundaciones eran sólo la vertiente exterior del alma y vida de Teresa. El resorte impulsor y la fuerza motriz residían en lo interior, en el castillo de su alma, guiada por el Espíritu que lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. No le faltaron sinsabores y dificultades pero Dios se le comunicó sin tasa. No perdió nunca la calma: “Nada te turbe, nada te espante… Sólo Dios basta”. Creyó en Dios y Cristo, camino seguro para ir al Padre. Las cosas de Dios más que entenderlas, hay que padecerlas. También ella se preguntará ante el misterio de Dios: “¿Cómo podré yo saber  cierto que no estoy apartada de Vos?”.

No obstante, ella pudo realizar su itinerario místico definiendo su vida con total obediencia a la voluntad del Señor hasta el punto que puede decir:”Vuestra soy, para vos nací, ¿qué mandáis hacer de mi?”, y reafirmando esta actitud cuando decía: “No me castigues concediéndome mi deseo”.

El Señor suscitó a Santa Teresa para mostrar a su Iglesia el camino de perfección. “Y qué temprano andávades vos, Señor, grangeando y llamando para que toda me emplease en Vos”. “No me parece que os quedó a Vos nada por hacer para que desde esta edad no fuera toda vuestra”. Su ardiente deseo de santidad le hacía sufrir como si fueran un mal personal las tempestades que agitaban fuertemente a la Iglesia de su tiempo, pronta a sacrificar mil vidas si las tuviera, así decía ella, con tal de salvar una sola alma perdida a causa de las herejías.

Santa Teresa es un grato don ofrecido al Señor. Su inquietud fue “cantar eternamente las misericordias del Señor”. La contemplación de la humanidad de Cristo fue una línea maestra de su vida de oración: “Muy muchas veces lo he visto por experiencia, hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana majestad  grandes secretos. Así que no queramos otro camino, aunque estemos en la cumbre de contemplación”.

La figura de esta mística de humanidad exuberante nos habla de la dedicación radical a Dios: “Quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta”. Cuando el hombre se aleja de Dios, descubre su propia miseria. Así la distracción hace al hombre perderse en balde; las riquezas y las honras y el placer hacen de los hombres esclavos. El hombre se encuentra perdido y necesita buscarse. Alejado de Dios se aleja de su propia realidad. El clima cultural, las presiones sociales, los prejuicios teóricos, de tal forma dominan las conciencias que aunque la conciencia de alienación, de pérdida de sentido, de hastío o de nostalgia sea evidente, falta con frecuencia la luz indispensable para que esas situaciones se conviertan en llamada para la búsqueda, sabiendo que “todo es una noche en una mala posada”.

No acabamos hoy, con el fin del Año jubilar la memoria de esta Santa. Queremos que nos siga iluminando y enseñando a ir por la vida con oración, entrega a Dios y a los demás, búsqueda del cielo

Y hoy es también el Día de esta Parroquia. Un día para fomentar la conciencia de nuestra pertenencia a la Iglesia, concretada en la vinculación de cada uno a su propia parroquia. Cada uno hemos sido llamados a ser miembros del Pueblo de Dios, un pueblo cuyos miembros han de estar unidos en el amor recíproco y que tiene el encargo de servir y transformar hacia el bien al mundo, con la ayuda y la luz del Evangelio.

En todo el año cada parroquia nos ofrece la celebración de la Eucaristía, el anuncio de la Palabra de Dios, la práctica de los Sacramentos, el ejercicio de la caridad. En cada parroquia se dan las catequesis de los niños que se preparan para recibir la Primera Comunión, de los jóvenes que se preparan para recibir el Sacramento de la Confirmación, la formación cristiana de las parejas que piensan contraer el Sacramento del Matrimonio en los próximos meses; los catequistas y responsables de evangelización adquieren su formación para ejercer del mejor modo posible su servicio, las actividades de las Caritas en cada parroquia promueven que el amor y la ayuda que Dios quiere dar y ofrecer llegue a través de los fieles.

La parroquia, una vez iniciada nuestra fe, la mantiene y fortalece. Formando parte de una parroquia, hemos de preguntarnos: ¿qué hacemos nosotros por los demás?

Cada uno de nosotros ha recibido dones de Dios y como nos enseña la parábola de los talentos (Mt 25, 14 y ss.) uno no debe guardar esos dones, sino que los debe hacer fructificar en el sentido por el cual Dios nos los hablado. Todos hemos recibido dones de Dios y por eso, cada uno puede aportar algo a los demás en la propia comunidad parroquia. Es viva y grande  una parroquia en la que todos colaboran: obreros, catequistas, miembros del coro, conservadores de los edificios, miembros de las asociaciones, etc.

Esta fiesta, pues debe provocar debe provocar en cada uno una reflexión de la pertenencia a la propia parroquia, reconocer con gratitud lo que hemos recibido de Dios y usarlo y ofrecerlo al
servicio de la comunidad parroquial. Por ello es una buena ocasión de preguntarnos: ¿en qué puedo servir y ayudar?

Que la celebración, pues, hoy, un año más de la fiesta de esta Parroquia nos ayude a todos a aprender más de Santa Teresa, a quererla más y a ser miembros vivos de la Parroquia.

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