El Cristianismo llegó a las islas de Ibiza y Formentera en los primeros siglos de la era cristiana. La cueva de Santa Inés, en San Antonio de Portmany, las breves noticias de los obispos Opilió y Vicent (siglos V y VI, respectivamente) y algunos restos arqueológicos así lo confirman.

Entre los siglos VIII-XIII, las islas estuvieron bajo la dominación musulmana. El 8 de agosto de 1235 fueron conquistadas por el sacristán de la Catedral de Gerona y arzobispo electo de Tarragona, Guillem de Montgrí, asociado con Nunó Sanç, conde del Rosselló, y el infante Pere de Portugal. Se restauró el Cristianismo y se erigió la única parroquia de Ibiza y Formentera, Santa María (1235-1782), dependiente de la diócesis de Tarragona.

El 30 de abril de 1782 el Papa Pío VI firmó la bula por la cual se instituía la Diócesis de Ibiza, para las islas de Ibiza y Formentera, con sede en la nueva ciudad de Ibiza, título que acababa de recibir la antigua villa. La nueva Diócesis se consideraba sujeta al arzobispado de Tarragona. En el año 1783, Manuel Abad y Lasierra, monje benedictino, fue elegido primer Obispo. Él tenía que llevar a término todo aquello que la bula de Pío VI manifestaba.

En 1851, un concordato firmado entre la Santa Sede y el Gobierno español decidió, por cuestiones económicas, que fuesen suprimidas algunas diócesis españolas, entre ellas la da Ibiza, que debía de ser agregada a la de Mallorca. Como la Diócesis de Mallorca pertenecía al arzobispado de Valencia, la Diócesis suprimida de Ibiza pasaría así a formar parte del mencionado arzobispado. En 1852 se llevó a término la supresión acordada, pero nunca se realizó la agregación total a Mallorca, seguramente por la posición contraria que mantuvieron sus obispos.

Primeramente, Ibiza fue regida por gobernadores eclesiásticos nombrados por el arzobispo de Tarragona (1852-1855), y después por vicarios capitulares elegidos por el capítulo de la que era oficialmente colegiata de Santa María, aunque continuaba llamándose Catedral (1855-1927).

En 1927 las peticiones constantes de los ibicencos y formentereses, ayudadas por la posición de los Obispos de Mallorca y del ibicenco obispo de Sión, patriarca de las Indias y capellán de la Reina, consiguieron que la suprimida diócesis obtuviese el título de administración apostólica.

En 1928 llegó el primer obispo administrador apostólico, Salvi Huix Miralpeix, que tuvo que ordenar la nueva administración apostólica. Se celebró el primer y único Sínodo diocesano de Ibiza y Formentera (1929).

En el año 1949, gracias a los esfuerzos del obispo Antonio Cardona, segundo obispo administrador apostólico, se emprendió la restauración de la Diócesis pleno iure, por manos del Santo Padre Pío XII, convirtiéndose en el séptimo obispo titular. Así, la diócesis de Ibiza fue asignada al arzobispado de Valencia.

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