Queridos hermanos y hermanas, hijos todos de Dios:

1.      Nos reunimos este domingo aquí en Santa Eulalia un buen grupo de fieles cristianos, la mayoría de los cuales sois miembros de las distintas cofradías de nuestra Diócesis. Y en este domingo, en esta celebración vamos a vivir tres cosas: a) por un lado, es un domingo más del año, esta vez es el domingo XXX del ciclo litúrgico C y como cada domingo, participando en la Santa Misa para nuestro bien se escucha la Palabra de Dios, que es algo que Dios nos dice para ayuda nuestra y podemos recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús para estar más unidos a Él. b) Este año, desde el pasado día 8 de diciembre hasta el próximo 20 de noviembre de estamos celebrando el Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia, y así como parroquias, como grupos, como miembros de la Iglesia vamos tratando de acoger el mensaje de la Misericordia de Dios siempre con toda la humanidad y ahora con nosotros. C) Y finalmente este domingo es también, desde hace 90 años el día del Domund, el día en el que se nos invita a ayudar a las misiones. Vamos a pensar un poco en estos tres aspectos para gozar y aprovechar esta celebración.

2.      La Palabra de Dios que hemos escuchado nos ha presentado a dos personas que han ido al templo a orar. Uno, un fariseo se presenta ante Dios diciéndole: soy perfecto, lo hago todo bien, no tengo ningún fallo. Y claro, presentándose así, convencido de que es así, no cambia, no mejora; no le pide ayuda a Dios sino que ante Dios y los demás lo que hace es presumir de ser perfecto. Y así se queda, sin mejorar.

El otro se presenta ante Dios reconociendo sus fallos, pidiéndole perdón a Dios. Y claro, si le pide perdón a Dios, Dios se lo da, lo cambia lo mejora. Como acaba diciendo Jesús en sus palabras: “Éste bajó a su casa justificado y el otro no”.

Si yo me creo perfecto, pues ya está seguiré así si no empeorando porque no mejoro. Si por el contrario, pienso que la Palabra de Dios me irá ayudando, me irá dando indicaciones y consejos y yo los acojo y trato de ponerlos en práctica, podré ir mejorando mi vida, mis acciones, mis palabras.

Por eso es importante acudir con frecuencia, especialmente los domingos a la Misa, escuchar con atención e interés la Palabra de Dios y, ayudados con la fuerza que nos da Jesús con su Cuerpo y su Sangre en la recepción de la comunión, ir mejorando cada vez más de verdad, sin pararse en ello como hemos escuchado que hizo ese fariseo.

3.      Con esta celebración aquí hoy hacemos el Jubileo de la Misericordia de vosotros, queridos hermanos y amigos que sois miembros de las cofradías que hay en distintas parroquias de nuestra Diócesis.

¿Qué es el Año de la Misericordia? ¿Qué puede aportar a nuestra vida? ¿Para qué nos sirve? ¿En qué nos ayuda?

Se trata de un Año, convocado por el Papa Francisco para favorecer que contemplando la Divina Misericordia, que supera todo límite humano y resplandece sobre la oscuridad del pecado, podamos llegar a ser testigos más convencidos y eficaces de cómo es Dios, de cómo actúa Dios. Y alegrarnos de ello. Y junto a ello, ver nosotros cómo hemos de ser.

¿Cómo es Dios? Es misericordioso. Es misericordioso con lo que hace a favor de cada uno. Y es especialmente misericordioso con el perdón que nos da. A las personas a menudo les resulta difícil comprender la misericordia, ya que a veces lo que decimos es «me la vas a pagar» y de «espero que recibas lo que te mereces.» Sin embargo, Dios es misericordioso hasta con los peores ofensores, pecadores, y transgresores de la ley. Y la historia de la humanidad es una manifestación continua de la misericordia de Dios. Y Dios, hecho hombre en Jesús nos lo presenta como un practicador de la misericordia con su palabra, con sus gestos, con toda su vida. Hablar de la cruz,

La Biblia, en sus primeras frases nos dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Nos ha creado para que hablemos, vivamos, nos comportemos como se comporta Él, en definitiva, para que seamos misericordiosos. Dios nos ama y nos deja libertad. Dios nos ama, como nos ama nos indica cual es muestro camino, nuestra forma de ser, nuestra forma de actuar, pero nos deja la libertad de hacerle caso o no: si le hacemos caso vamos bien, si no se lo hacemos…no vamos bien.

Por eso, Jesús nos dice “Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso”. Y entre las últimas palabras del Jueves Santo: “Amaos unos a los otros como yo os he amado”.

Este Año de la Misericordia, pues, es un tiempo para que seamos más conscientes de la misericordia de Dios y en consecuencia, seamos nosotros, como lo es Dios, misericordiosos.

Varias ocasiones he dicho que si en Ibiza y Formentera vivimos como misericordiosos, nuestras Islas serán mejores de lo que son. Esto implica que debemos mirar a los otros, sin importar su condición, con los mismos ojos con los cuales miraba Jesús. A acoger a los otros con la misma actitud con la cual acogió por ejemplo a la mujer cananea, a acercarnos con la misma abertura con la cual se acercó a Zaqueo.

Que nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestro ambiente sea un lugar de misericordia. Todos somos discípulos y misioneros. Todos tenemos la responsabilidad que el mensaje del evangelio de Jesús llegue al corazón del que está a nuestro lado, todos tenemos la responsabilidad de, como buenos samaritanos, sanar la heridas abierta en las personas que están en nuestro entorno.

Ante la próxima clausura del Año Jubilar de la Misericordia nos tenemos que preguntar: ¿cómo lo hemos vivido? ¿ha influido en nuestra vida, en nuestras opciones, en nuestras actividades? ¿se nos va a notar que hemos tenido la suerte de vivir un año descubriendo la misericordia divina?

Dios es misericordioso y así cada uno de nosotros podemos descubrir las acciones de misericordia que Dios ha tenido, tiene y seguirá teniendo con nosotros. Esa consciencia de la misericordia divina nos descubre cómo Dios quiere y nos propone que caminemos todos hacia Él. Si eso lo hacemos llevamos a cabo un camino hacia la santidad, favoreciendo nuestra pertenencia a la Iglesia y, conscientes de la misericordia de Dios  ser también nosotros misericordiosos con los demás.

Las Cofradías pasando las imágenes de Jesús y de la Virgen, sean pues manifestadores de la misericordia,

Aprovechemos, pues, la enseñanza de este Año de la Misericordia y que se cumpla entre nosotros lo que auspicia el Papa Francisco: “¡Cómo me gustaría que los próximos años estén inmersos en la misericordia, para ir al encuentro con cada persona portando la bondad y la ternura de Dios! Que a todos, creyentes y los alejados, pueda alcanzar el bálsamo de la misericordia como un signo del Reino de Dios, ya presente entre nosotros”.

4.      Y hoy es el Domingo del Domund. En la Iglesia católica, cada año, y este año es ya el año 90, a este domingo le llamamos el Día del Domund o Jornada Mundial de las Misiones, un día en el que la Iglesia invita a ayudar a los misioneros.  Fue el Papa Pio Xi quien lo fundó. El Domingo Mundial de las Misiones es el día en que toda la Iglesia universal reza por la actividad evangelizadora de los misioneros y misioneras, y colabora económicamente con ellos en su labor, especialmente entre los más pobres y necesitados.

Así, pues, hoy, penúltimo domingo de octubre, en todo el mundo quedamos invitados, llamados, animados a ayudar a los misioneros en su labor evangelizadora llevada a cabo en los países donde trabajan. En esta Jornada, pues, hemos de ser conscientes, y obrar en consecuencia, de la responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización y, en consecuencia, hemos de estimar y apoyar la causa misionera, esa obra que llevan a cabo los misioneros para dar a conocer a todos el mensaje de Jesús en aquellos lugares del mundo donde es tan necesario.

         Ibiza y Formentera han sido siempre buenas colaboradoras de las misiones católicas: siempre, además, ha habido misioneros y misioneras provenientes de nuestras Islas. Que este domingo del Domund nos ayude a que se siga colaborando con las misiones como siempre se ha hecho aquí. Así, pues, que sea un domingo especial en el que hagamos una oración ferviente al Señor para colaborar en la extensión de su reinado en el mundo, que con interés comprendamos mejor lo que son las misiones, de tal modo que crezca en todos en fervor misioneros y así ayudemos, también con generosidad donativos las misiones. Con esos donativos se subvenciona el sostenimiento de los misioneros y sus colaboradores. También se atienden otras necesidades especiales: construcción de iglesias y capillas, formación cristiana, compra de vehículos…, además de desarrollar proyectos sociales, educativos y sanitarios

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