Santa Iglesia Catedral 18de junio de 2017

Celebramos este domingo la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, es decir celebramos con solemnidad la presencia real y auténtica del cuerpo, sangre, alma y divinidad en el Sacramento de la Eucaristía. El objetivo de esta fiesta es triple: hacernos cada vez mas conscientes del gran don divino que es este Sacramento; hacer cada vez más viva y convencida nuestra fe en esto; manifestar sentimientos de profunda gratitud al Señor Jesucristo que lo instituyó precisamente en la noche en que iba a ser traicionado, expresando así su amor grandísimo por nosotros.

A) En ésta Solemnidad la liturgia nos propone este año como primera lectura un fragmento del Antiguo Testamento que se adapta perfectamente a la celebración. En ese texto hay dos palabras fundamentales: Recuerda, y No te olvides. Moisés aconsejaba al pueblode Israel de tener siempre vivo en la mente el recuerdo de todo lo que el Señor ha cumplido, ha llevado a cabo en favor suyo: «Recuerda el camino que el Señor, tú Dios…el maná que tú no conocías ni conocían tus padres».

El pueblo de Israel no debía nunca olvidarse de todo eso, sea para conservar un sentimiento vivo de gratitud hacia el Señor, sea para mantenerse fiel a El incluso en los momentos de prueba.

Por eso, teniendo presente esa lectura en esta Solemnidad la Iglesia nos invita también a nosotros, que somos el nuevo pueblo de Dios, a recordar y a no olvidar nunca todas las obras llevadas a cabo por Dios para nuestra salvación, obras que culminan con la pasión, muerte y resurrección de Jesus, Hijo de Dios. A recordar y no olvidar que de todas estas obras maravillosas, y en particular lo referente al misterio pascual, la Eucaristía es la memoria perenne, que como dice Santo Tomás de Aquino en la segunda lectura del oficio de lectura de hoy, «….»

El Evangelio que hemos escuchado puede ser considerado como una Homilia o una catequesis , hecha por Jesus y que nos llega a nosotros a través del escrito de San Juan (6, 51-59).

a) Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. No se trata de que sea una comida y una bebida meramente simbólicas o metafóricas, sino de una «verdadera» comida y una
«verdadera» bebida. Además, al hablar de carne y sangre se
indica la totalidad de la persona.  Jesus, pues, se entrega realmente bajo las apariencias del pan y del vino en la totalidad de su ser humano y divino. Y se entrega con su carne, su cuerpo, que será inmaculada (el pan que yo os daré es mi carne para la vida del mundo) y su sangre será derramada en remisión de los pecados.

b) «el que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él
«, continúa diciendo Jesus, es decir, a través de la Eucaristía
se establece una unión profunda entre Cristo y el creyente, más aún, se establece una recíproca compenetración o in habitación en virtud de la cual Jesus realiza una progresiva transformación del creyente hacia El, de modo que el creyente, en una cierta medida, puede ir pareciéndose a El y hacer lo,que ha hecho El, es decir, ser cristificado.

C) Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna, o quien come este pan vivirá para siempre. Esto significa que recibiendo a Jesus en la Eucaristía nos hacemos partícipes ya en esta tierra de su vida divina, que precisamente por eso, es eterna, no sujeta a la muerte, más aún, después de la muerte tiene su plena maduración. Y el que me come vivirá por mi, añade Jesus, es decir, vivirá de la vida divina que Él comunica .

D) Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día, promete Jesus. Quien se alimenta de la Eucaristía participará también en el propio cuerpo mortal de la gloria de Cristo resucitado en la resurrección final.

Por todo ello, Santo Tomás de Aquino: Oh sagrado banquete en que Cristo…

De estas simples consideraciones que hemos hecho comprendamos bien cuánto es dulce y bueno para nosotros participar en la Santa Misa, alimentarnos frecuentemente de Jesus en la Eucaristía, sentirnos cada vez más unidos a Él y con Él a todas las demás personas.

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