A los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, a los fieles cristianos laicos:
Desde el pasado domingo entró en vigor el real Decreto que regula lo que el gobierno de la nación ha llamado “nueva normalidad” y al que se suma el Plan de Medidas que desde el Govern de les Balears se aprobó el día 19 de junio.
En ambos documentos se da por terminado el estado de alarma que nos llevó el pasado 16 de marzo a aprobar una serie de medidas excepcionales en lo referente a la santa misa y otras celebraciones del culto católico que hasta ese momento veníamos desarrollando con total normalidad. La entrada en las fases del desconfinamiento, que permitieron la apertura de los templos, supuso la adopción de nuevas medidas para regular, de acuerdo con la situación que atravesábamos, la celebración eucarística, el resto de los sacramentos, las exequias cristinas y otros tanto cultuales como formativos, teniendo que tomar la determinación de no retomar algunos de ellos hasta la llegada de nuevo curso, como son la catequesis y otras actividades formativas.
Con la desaparición del estado de alarma, también en la vida de la Iglesia y de las respectivas comunidades cristianas debemos ir visibilizando nuestra identidad de discípulos de Jesucristo y de cristianos comprometidos.
Por tanto, desde hoy lunes día 22 de junio decreto lo siguiente:
1.-La derogación de la dispensa extraordinaria respecto a la asistencia a misa los domingos y otros días de precepto. Todo fiel cristiano debe celebrar de manera obligatoria el domingo, “el día del Señor”, así como aquellas otras solemnidades declaradas de precepto. Pues los cristianos –como afirma el Concilio Vaticano II– participando del sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la Víctima divina y se ofrecen a sí mismos juntamente con ella (LG, 11). La celebración dominical de la eucaristía nos recuerda el deseo de Dios, a través de un mandamiento: santificarás las fiestas; para que le dediquemos a él, nuestro Creador y Salvador, un día fundamentado en la escucha de su palabra, en la comunión del pan convertido en el cuerpo de Jesús, en la alabanza divina y en el compartir con generosidad nuestros bienes con los más necesitados.
2.-El aforo de los templos queda establecido en el 75 por ciento de su capacidad. Entendiendo esta capacidad de personas sentadas, por lo que deberá mantenerse la señalización de los asientos. Quienes permanezcan de pie ocuparán un espacio de dos metros cuadrados por persona.
3.-Se mantiene el uso obligatorio de los geles desinfectantes tanto a la entrada como a la salida del templo. Así como el uso de las mascarillas, cuando una vez situados dentro del templo no podamos guardar la distancia mínima de un metro y medio.
4.-La colecta se desarrollará durante el ofertorio, como se ha hecho tradicionalmente antes de la pandemia.
5.-Recuperamos el gesto de la paz previo a la comunión atendiendo a criterios de sentido común y sanitarios: los miembros de una misma unidad familiar o que convivan bajo un mismo techo podrán darse la paz como estimen más conveniente, el resto evitarán el contacto físico. Los seres humanos tenemos suficientes recursos gestuales mediante los que expresar el bien y la paz que deseamos a los demás.
6.-No se repartirán ni folletos, ni sobres, ni ningún otro tipo de material que fuera impreso que pueda ser reutilizable.
7.-En la celebración del sacramento del matrimonio, del bautismo y de la confirmación, así como en las exequias, se respetará lo dicho en los apartados 2 y 3.
8.-El sacramento de la Reconciliación (confesiones) se podrá celebrar en los confesionarios, utilizando tanto el confesor como el penitente la mascarilla.
9.-La atención caritativo-social (Cáritas) y la de los despachos parroquiales deben también volver a la normalidad total guardando las medidas y recomendaciones sanitarias.
10.-Se permite la actuación de los coros, con un máximo de intervinientes de 15 miembros incluido el director.
11.-Es responsabilidad de cada párroco, superior o superiora de una comunidad con un centro de culto abierto al público la correcta aplicación de estas normas, a las que podrán implementar aquellas otras medidas que reclamen, en cada comunidad cristiana, la seguridad en la salud y el mismo bien de los fieles.
En el día que celebramos la memoria de santo Tomás Moro, patrono de gobernantes y políticos, y de su compañero en el martirio Juan Fisher nos encomendamos a su intercesión, pidiéndole que cuide de todos nosotros, de nuestras Islas y de toda nuestra nación en estos tiempos de dificultad y de verdadera prueba para muchos. ¡Ojalá!, su memoria y ejemplo estuviesen más vivos que nunca en la vida y el quehacer de muchos y también en ellos se cumpliera lo que posteriormente se dijo de él: “Este hombre, aunque no hubiera sido mártir, bien merecía que lo canonizaran, porque su vida fue un admirable ejemplo de lo que debe ser el comportamiento de un servidor público: un buen cristiano y un excelente ciudadano”.
En Ibiza a 22 de junio de 2020
Vicente Ribas Prats
Administrador Diocesano