Esta tarde, 2 de agosto, fiesta de la Virgen de los Ángeles, como pueblo de Dios, hemos despedido y dado cristiana sepultura, presidido por el sr. obispo, D. Vicente Juan Segura, a sor Cristina Roselló, Agustina Hermana del Amparo, pionera en muchos frentes, como ser la primera mujer de Ibiza, licenciada en químicas, o la primera monja conductora de un Citroën por los caminos y senderos de la isla. Esta humilde, callada, discreta, trabajadora, emprendedora, profesora del colegio de la Consolación, a los 85 años y después de pasar los últimos en el que no sabía donde se encontraba, murió en Palma el viernes 27 de julio.
En la eucaristía, el apóstol Pablo nos ha dicho, ¿quien podrá separarnos del amor de Cristo? La respuesta la encontramos en el responsorio interleccional que hemos rezado: El Señor es mi pastor, a quien temeré?
Otra vez resuenan en nuestro interior las palabras de Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto. Algunas reflexiones que nos ha hecho el sr. obispo nos ayudan para dar la respuesta. Muchos discípulos, a partir de ese día, creyeron en Él. Sor Cristina fue un espejo del Amor de Dios a la humanidad ya que, nos dice este relato evangélico que, en varias ocasiones el corazón se le enterneció, y se le pusieron, a Jesús, los ojos llorosos. También ella se acercó, con la discreción que la caracterizaba, a los más pobres y necesitados no solo de alimentos corporales sino de una palabra de comprensión o de perdón y un momento de escucha.
Sor Cristina, murió, en Palma, el 27 de julio, rodeada, cuidada y querida por la comunidad, corporal y espiritualmente. Y finalmente, para no alargar estas palabras de aprecio, los funerales cristianos son un entrar en la Vida de Cristo que avanza ante nosotros, resucitado.
Sus hermanas de comunidad la enterraron entre cantos de júbilo y de esperanza, de aprecio y gratitud, con los ojos llorosos, como Jesús, cuando visitó a las hermanas de Lázaro.
Hemos acompañado a la comunidad religiosa y a su familia, feligreses llegados a la parroquia de Sta. Cruz, de todos los lugares de la isla, incluida Formentera, y de todas las comunidades religiosas de la diócesis. Y otros, que agradecidos a las hermanas del Amparo han querido estar presentes, como el antiguo secretario del sr. obispo, José Martínez, los mossènyers próximos a la vida religiosa, o los sacerdotes coresponsables de la parroquia de Sta. Cruz, así como el coro parroquial que ha solemnizado la función litúrgica, la mayoría de las cuales son antiguas alumnas de ella.
A todos, en las palabras de agradecimiento, pronunciadas por sor Antonia Tur, presentó a sor Cristina como seguidora de Jesús con su discreción, amabilidad, profunda vida de oración, sentido de iglesia diocesana, cercana al pueblo ibicenco.
Descanse, Sor Cristina, en la Paz del Señor resucitado.
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