Este domingo, 17 de octubre, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Misiones (Domund), un día para redescubrir la importancia y la urgencia de la misión. El lema de este año, «Misioneros de esperanza entre los pueblos», recuerda a cada cristiano y a la Iglesia, comunidad de bautizados, su vocación fundamental de ser mensajeros y constructores de la esperanza, siguiendo las huellas de Cristo. En el lema de este Domund se hace alusión a los misioneros, aquellos hombres y mujeres que sienten la llamada de Dios a anunciar la Buena Noticia del Evangelio y abrazan la misión como una forma de vida. Son sembradores de esperanza.
La esperanza es además una de las tres virtudes teologales que sostienen la vida cristiana, y que va indiscutiblemente unida a la fe y a la caridad. La esperanza mueve el corazón de los creyentes, los saca de sí mismos y los pone en camino para ser testigos de ella. La esperanza está en el origen y el final de la misión. Y como decía el papa Francisco en su mensaje para esta Jornada (un documento que ha venido a ser su «testamento misionero»), el Domund es una buena ocasión para recordar «a cada cristiano y a la Iglesia la vocación fundamental de ser mensajeros y constructores de la esperanza, siguiendo las huellas de Cristo».
Son numerosas las razones por las que muchas personas del Planeta pueden caer en el desaliento: la guerra, el hambre, la injusticia… La Iglesia con sus misioneros es fuente de esperanza entre los pueblos y culturas diversos que conforman nuestro mundo. El objetivo de la misión es presentar que todos los pueblos de la tierra pueden formar una verdadera familia, como dice el Santo Padre León XIV, que ha conocido él mismo cómo “la fe, la oración y la generosidad manifestadas en esta Jornada, pueden transformar comunidades enteras”. Ahora, como Papa, hace un llamamiento a colaborar con sus Obras Misionales Pontificias para ayudarle a apoyar a los misioneros en todo el mundo y ha invitado a todos a unirse el domingo a esta Jornada del Domund.