El papa León XIV ha lanzado un mensaje para la la 59.ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el 1 de enero, día de Año Nuevo. El mensaje lleva por título ‘La paz esté con todos ustedes: hacia una paz “desarmada y desarmante‘. «¡La paz esté contigo!», así comienza el Santo Padre su mensaje en el que destaca la paz como «palabra» de Jesús resucitado: «Es su palabra, que no sólo desea, sino que realiza un cambio definitivo en quien la recibe y, de ese modo, en toda la realidad».
En el mundo se observa un «contraste entre las tinieblas y la luz». Sin embargo, León XIV recuerda que «ver la luz y creer en ella es necesario para no hundirse en la oscuridad» y que todo discípulo de Jesús está llamado a vivir esta realidad. «La paz existe, quiere habitar en nosotros, tiene el suave poder de iluminar y ensanchar la inteligencia, resiste a la violencia y la vence. La paz tiene el aliento de lo eterno; mientras al mal se le grita “basta”, a la paz se le susurra “para siempre”».
La paz existe, quiere habitar en nosotros, tiene el suave poder de iluminar y ensanchar la inteligencia, resiste a la violencia y la vence
El Santo Padre también advierte del riesgo de «olvidar la luz» y adoptar una mirada distorsionada del mundo: «Hoy no son pocos los que llaman realistas a las narraciones carentes de esperanza, ciegas ante la belleza de los demás, que olvidan la gracia de Dios que trabaja siempre en los corazones humanos, aunque estén heridos por el pecado». Para compartir esa paz, antes debe haber una amistad personal con ella, una que irradia en nuestra propia vida, como animaba a hacer San Agustín.
«¡Abrámonos a la paz! Acojámosla y reconozcámosla, en vez de considerarla lejana e imposible. Antes de ser una meta, la paz es una presencia y un camino», es la invitación del Papa a todo el mundo. En este contexto, León XIV recuerda también a las personas que trabajan por la paz, personas que resisten a la «contaminación de las tinieblas»: «[…] la paz de Cristo resucitado sigue atravesando puertas y barreras con las voces y los rostros de sus testigos. Es el don que permite que no olvidemos el bien, reconocerlo vencedor, elegirlo de nuevo juntos».
¡Abrámonos a la paz! Acojámosla y reconozcámosla, en vez de considerarla lejana e imposible. Antes de ser una meta, la paz es una presencia y un camino
El Papa insiste en que la paz debe ser desarmada, es decir, no basada en el miedo, las amenazas ni las armas: «La paz de Jesús resucitado es desarmada, porque desarmada fue su lucha […]». Es Cristo quien, antes de ser arrestado, dice a «los que estaban con Él: «Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo». E inmediatamente agrega: «¡No se inquieten ni teman!» (Jn 14,27)». La primera reacción de los discípulos fue de desconcierto, sin embargo, «el Maestro pidió que lo siguieran hasta el final». «El camino de Jesús sigue siendo motivo de turbación y de temor. Y Él repite con firmeza a quien quisiera defenderlo: «Envaina tu espada» (Jn 18,11; cf. Mt 26,52)», escribe el papa León XIV.
La paz de Jesús resucitado es desarmada, porque desarmada fue su lucha
También debe ser desarmante, capaz de resolver los conflictos, abrir los corazones y generar confianza mutua, empatía y esperanza. «La bondad es desarmante. Quizás por eso Dios se hizo niño», detalla el Santo Padre. El mensaje de León XIV concluye pidiendo para que la paz «sea un fruto del Jubileo de la Esperanza, que ha impulsado a millones de seres humanos a redescubrirse peregrinos y a comenzar en sí mismos ese desarme del corazón, de la mente y de la vida al que Dios no tardará en responder cumpliendo sus promesas».
