«CONVIENE QUE VOLVAMOS SOBRE LOS PRESUPUESTOS EVANGÉLICOS»

«CONVIENE QUE VOLVAMOS SOBRE LOS PRESUPUESTOS EVANGÉLICOS»

«Conviene entonces que volvamos sobre los presupuestos evangélicos, que son universales, y en que descansa nuestra concepción del ser humano.»

Cuántas veces nos hemos hecho una pregunta: ¿qué hubiese sucedido si en lugar de tomar una determinada decisión hubiera tomado otra? Y esta pregunta hecha en todos los ámbitos de la realidad humana y por todo ser humano mostraría seguramente un rostro de la historia de la humanidad y de nuestra historia personal muy distinto del actual. Ciertamente los hombres y mujeres estamos llamados a tomar decisiones y ponerlas en práctica. Sin embargo, no podemos actuar irreflexivamente.

Dios, al crearnos, nos dio todas las capacidades para que pudiéramos afrontar los diferentes retos y cuestiones con las garantías suficientes para poder decidir, para buscar soluciones y para hallar respuestas. Sin embargo, no siempre hemos decidido, buscado y hallado de manera correcta.
Planteado de otra manera: ¿la guerra es evitable?, ¿la violencia en el ámbito de las relaciones afectivas, del matrimonio, de la familia podría no darse?, ¿la crisis económica que padecemos con sus consecuencias: paro, desaparición del tejido empresarial, falta de recursos para vivir dignamente…, hubieran tenido lugar?, ¿la esclavitud laboral, sexual, por motivos ideológicos o de cualquier otra índole se daría con la gravedad y extensión actuales? ¿La pérdida de poder adquisitivo por parte de tantas personas casadas o no? El creciente problema de la jubilación y de las pensiones (la fricción entre una pensión justa, los años trabajados y las cotizaciones). La falta de acceso a la vivienda, a préstamos bancarios, a ayudas sociales cada vez más amplias. La protección de la familia y cuidado y favorecimiento de la natalidad.

En definitiva, una multitud de problemas que supuestamente se resuelven desde la política. Problemas que hombres y mujeres pertenecientes a partidos políticos tratan de solucionar (cuando se los plantean) con mayor o menor acierto.

Este sínodo que la Iglesia está celebrando y cuya fase diocesana concluíamos en nuestra diócesis a finales del pasado mes de abril, nos recordaba, haciéndonos meditar, dialogar y con la propuesta de acciones, que no podemos permanecer como meros espectadores ante las cuestiones sociales.
Por ello, desde el sínodo se nos urgía a que planteásemos las siguientes preguntas:
¿Cómo sostiene la comunidad a sus propios miembros empeñados en un servicio en la sociedad (en el compromiso social y político, en la investigación científica y en la enseñanza, en la promoción de la justicia social, en la tutela de los derechos humanos y en el cuidado de la Casa común, etc.)?
¿Cómo dialoga la Iglesia y cómo aprende de otras instancias de la sociedad: el mundo de la política, de la economía, de la cultura, de la sociedad civil, de los pobres…?

Dos preguntas que de cara al nuevo curso hemos de tener bien presentes y procurar que nos afecten, nos interroguen y nos comprometan.

Dicen los analistas políticos, económicos y sociales que en los próximos meses la crisis se recrudecerá, lo que puede abocarnos a un malestar generalizado, que ya ha comenzado, aunque no se hable de él durante el verano.

Cuando el malestar es generalizado, la toma de conciencia es mucho más que un acto intelectual; es fruto de una experiencia continuada de injusticias, de mentiras, de corrupciones, de promesas incumplidas y de experimentar que están jugando con la vida de cada persona como como ciudadano.

Conviene entonces que volvamos sobre los presupuestos evangélicos, que son universales, y en que descansa nuestra concepción del ser humano a fin de darle una base coherente a nuestra opción ético-política.

En definitiva, que saquemos conclusiones operativas de las preguntas sinodales. De esta forma, empezamos a poner en práctica el sínodo que hemos vivido.

Mons. Vicent Ribas
Obispo de Ibiza