«DIOS QUIERE SANAR, Y QUIERE HACERLO A TRAVÉS DE NOSOTROS». MONS. VICENT RIBAS PRATS

«DIOS QUIERE SANAR, Y QUIERE HACERLO A TRAVÉS DE NOSOTROS». MONS. VICENT RIBAS PRATS

Cuando estéis leyendo estas líneas habremos comenzado un nuevo año. Vaya por delante mi felicitación para el 2024 que espero sea un año lleno de bendiciones. Para que este deseo se haga realidad, todos hemos de poner de nuestra parte. Por ello, os quiero proponer unas pequeñas indicaciones: “Que vuestro amor no sea fingido; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los pobres; practicad la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran. Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde. No os tengáis por sabios. A nadie devolváis mal por mal. Procurad lo bueno ante toda la gente”. Estas recomendaciones son del apóstol San Pablo. Si las vivimos y las llevamos a la práctica, el año que comenzamos será un año de bendiciones, es decir, un año de “bien decir”. Un año en el que cada una de nuestras palabras estén envueltas en el bien. De esta manera, se convierten en bendiciones.

Las palabras contienen un tremendo poder, ya sea positivo para construir o negativo para destruir. Cada vez que hablamos e incluso cuando usamos un tono particular, que agrega significado a las palabras, hablamos vida o muerte para aquellos que nos escuchan y para nosotros mismos también. Por lo tanto, si nos consideramos unas personas de bien, deberíamos estar en la “bendición” y no en la “maldición”. Podemos caer fácilmente en la negatividad si no tenemos cuidado de proteger nuestros corazones y palabras. Una vez que comienzas a pensar conscientemente en esto, es sorprendente lo fácilmente que se cae en la maldición: las blasfemias, los juramentos en falso, las críticas y difamaciones, los juicios temerarios, las incomprensiones… No juzgues si alguien merece o no una bendición. La verdadera bendición, pronunciada sobre alguien o algo, describe la forma como Dios ve realmente a las personas y los acontecimientos y nunca como los vemos nosotros. Es nuestra mirada la que se ha de adaptar al mirar de Dios y no a la inversa.

Contrariamente a nosotros, bendecir está en el corazón de Dios, de hecho, es su propia esencia. El deseo de bendecir de Dios es sorprendentemente arrasador. Nada puede detenerlo. La bendición como la acción constante, permanente y silenciosa de Dios en la historia. Él está decidido a bendecir a la humanidad. Algo que nos cuesta, en no pocas ocasiones, entender, aceptar y saber reaccionar positivamente ante este modo de proceder de Dios. Sin embargo, aunque está en el corazón de Dios bendecir a la humanidad, su deseo es que nosotros seamos capaces de bendecirnos y de no poner obstáculos a ninguna bendición.

Dios quiere sanar y quiere hacerlo a través de nosotros. Dios quiere liberar y quiere hacerlo a través de nosotros. Dios quiere bendecir y quiere hacerlo a través de nosotros. Entonces, la bendición es hablar acerca de los propósitos de Dios en las vidas de las personas o situaciones con amor, con sabiduría, con respeto, con misericordia, con buenos deseos. En pocas palabras, la confianza suplicante del Pueblo fiel de Dios recibe el don de la bendición que brota del corazón de Cristo a través de su Iglesia. No podemos olvidar que somos bendecidos porque bendecimos.

En este comienzo de año deberíamos tener muy presentes todos aquellos que han sido y son, instrumento de la bendición de Dios en nuestra historia. A ellos nuestra gratitud por habernos proporcionado años, meses y días de bendiciones. ¡Ojalá, nosotros hagamos lo mismo!

Con mi bendición y mis mejores deseos.

Vicent Ribas Prats
Obispo de Ibiza