«Jesucristo, tenido ante los hombres por hijo de José, al que estuvo sometido, y al que tantos reyes y profetas anhelaron contemplar, este José no solamente lo vió sino que conversó con él, lo abrazó, lo besó con afecto paternal y con cuidado solícito alimentó al que el pueblo fiel comería como pan bajado del cielo para la vida eterna.»
Con estas palabras introducía el papa Pío IX la figura de san José al proclamarlo, en el año 1870, patrono de la Iglesia Católica y estableciese que su fiesta se celebrase solemnemente el 19 de marzo. Con esta declaración el papa recogía esa tradición inmemorial que tenía el pueblo cristiano de acogerse a la protección de san José, esposo de la Virgen María y custodio, con si fuese su propio padre, del Señor Jesús.
Son innumerables las pruebas que la historia de la Iglesia recoge de la devoción a san José. También nosotros, los cristianos de Ibiza y Formentera podemos dar cuenta de ello, pues en el año 1726, los habitantes de la zona comprendida entre Es Vedrá y Benimussa le pidieron al arzobispo de Tarragona, D. Manuel de Samaniego y Jaca, que se edificase una iglesia donde poder celebrar los sacramentos y otros actos de piedad cristiana y que fuese como el centro no solo de la vida religiosa, sino también social de quienes vivían en el mencionado territorio. El 15 de agosto de 1729 se celebró en el lugar elegido para la edificación del templo la primera misa y al año siguiente comenzó la construcción de este nuevo templo que estaba dedicado a san José. En 1731 finalizó la construcción de lo que en el año 1785 se convertiría en el templo parroquial de san José.
Desde entonces muchos son los avatares políticos, culturales, económicos y sociales que el mundo y también nuestras islas vivieron. Acontecimientos que también afectaron a la Iglesia. Por ello, los fieles cristianos dirigieron su mirada a san José, a aquel que había guardado, defendido y custodiado al Hijo único de Dios para pedirle que los librase de todo peligro, de toda adversidad, de toda calamidad. De ahí que el año 1889, el papa León XIII pidiera, con un lenguaje propio de la época, que hombres de todo tipo y nación han de acercarse a la confianza y tutela del bienaventurado José. Los padres de familia encuentran en José la mejor personificación de la paternal solicitud y vigilancia; los esposos, un perfecto de amor, de paz, de fidelidad conyugal; las vírgenes a la vez encuentran en él el modelo y protector de la integridad virginal. Los nobles de nacimiento aprenderán de José como custodiar su dignidad incluso en las desgracias; los ricos entenderán, por sus lecciones, cuáles son los bienes que han de ser deseados y obtenidos con el precio de su trabajo. En cuanto a los trabajadores, artesanos y personas de menor grado, su recurso a San José es un derecho especial, y su ejemplo está para su particular imitación. Pues José, de sangre real, unido en matrimonio a la más grande y santa de las mujeres, considerado el padre del Hijo de Dios, pasó su vida trabajando, y ganó con la fatiga del artesano el necesario sostén para su familia. Es, entonces, cierto que la condición de los más humildes no tiene en sí nada de vergonzoso, y el trabajo del obrero no sólo no es deshonroso, sino que, si lleva unida a sí la virtud, puede ser singularmente ennoblecido. José, contento con sus pocas posesiones, pasó las pruebas que acompañan a una fortuna tan escasa, con magnanimidad, imitando a su Hijo, quien habiendo tomado la forma de siervo, siendo el Señor de la vida, se sometió a sí mismo por su propia libre voluntad al despojo y la pérdida de todo [encíclica “Quamquam pluries” (1889) n. 4).
El papa san Juan Pablo II, en la exhortación apostólica “Redeptoris Custos”, al referirse a san José manifiesta que el ejemplo insigne de José supera los estados de vida particulares y se propone a toda la Comunidad cristiana, cualesquiera que sean las condiciones y las funciones de cada fiel (n. 30). Por ello, san José debe estar siempre presenta en la vida de todo cristiano y particularmente cuando las circunstancias son difíciles y adversas. Pues él, a lo largo de su vida, tuvo que hacer frente a acontecimientos de diverso orden, unos en lo personal, al tener que desafiar las costumbres sociales de la época, otros de orden social y político que ponían en peligro la vida de los miembros de la unidad familiar de Nazaret. De ahí que san Juan Pablo II, con palabras que en estos tiempos pandémicos tienen viva actualidad, diga: hoy existen suficientes motivos para encomendar a todos los hombres a san José. Deseo vivamente que el presente recuerdo de la figura de san José renueve también en nosotros la intensidad de la oración que hace un siglo mi Predecesor recomendó dirigirle. Esta plegaria y la misma figura de José adquieren una renovada actualidad para la Iglesia de nuestro tiempo (nn. 31-32).
En la misma estela el papa Francisco dice de san José en la carta apostólica “Patris corde” que es: padre amado, padre en la ternura, padre en la benevolencia, padre en la acogida, padre en la valentía creativa, padre trabajador y padre en la sombra. Por todas estas cualidades, san José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia (n. 2).
Por todo ello, el vivo deseo del papa Francisco es que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes, como también su resolución (epílogo). Para ello, ha establecido mediante un decreto de la “Penitenciaria apostólica” que hasta el 8 de diciembre del 2021 sea considerado como un año dedicado a san José, concediendo el don de indulgencias especiales con este motivo.
Para favorecer la devoción a san José y que los fieles de Ibiza y Formentera puedan alcanzar las indulgencias establecidas, mediante este decreto establezco que:
1.- La inauguración del año de san José tendrá lugar el día 19 de marzo a las 12 horas en la parroquia de san José de Sa Talaia.
2.- Se establecen como templos diocesanos permanentes en los que puedan lucrarse diariamente las indulgencias concedidas por el papa Francisco para este año, las parroquias de san José de Sa Talaia en Ibiza y la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar en Formentera.
3.- Cada parroquia de la diócesis organizará una peregrinación a una de estas parroquias entre el 20 de marzo y el 7 de diciembre del presente año. Respetando siempre la normativa sanitaria establecida por la autoridad competente.
4.- En cada parroquia se alentará, como establece el decreto de la Penitenciaria apostólica, para ganar la indulgencia plenaria:
–A la meditación durante al menos 30 minutos en el rezo del padrenuestro, o la participación en un retiro espiritual de al menos un día que incluya una meditación sobre San José. Esto se tendrá presente de manera especial en aquellas parroquias que durante este tiempo de Cuaresma programen charlas cuaresmales, ejercicios espirituales o “misiones”.
–A seguir el ejemplo de San José, realizando una obra de misericordia corporal o espiritual.
–A las familias y novios rezar en común el rosario.
–A confiar diariamente el trabajo tanto fuera como dentro del hogar a la protección de San José y a invocar en la oración la intercesión del obrero de Nazaret, para que los que buscan trabajo lo encuentren y el trabajo de todos sea más digno.
–A rezar la letanía de San José, o alguna otra oración a San José, en favor de la Iglesia perseguida y para el alivio de todos los cristianos que sufren toda forma de persecución.
–A rezar cualquier oración o acto de piedad legítimamente aprobado en honor de San José, especialmente el 19 de marzo y el 1 de mayo, o el 19 de cada mes y cada miércoles, día dedicado a la memoria del Santo según la tradición latina.
5.- En especial se invitará a los ancianos, a los enfermos y a todos aquellos que por razones legítimas no pueden salir de su casa a que también ellos alcancen la indulgencia plenaria, los cuales, con el ánimo desprendido de cualquier pecado y con la intención de cumplir, tan pronto como sea posible, las tres condiciones habituales, en su propia casa o dondequiera que el impedimento les retenga, recen un acto de piedad en honor de San José.
6.- También podrán alcanzar el don de la indulgencia todos aquellos fieles que el día 5 de agosto participen en alguna de las misas que se celebren en la S.I. Catedral en honor de nuestra patrona, Santa María de Eivissa, cumpliendo con las condiciones ordinarias establecidas.
7.- Este año dedicado a san José, el esposo de la Santísima Virgen María, se clausurará el día 8 de diciembre con la celebración solemne de la eucaristía en la S.I. Catedral.
Al leer y meditar pausadamente en el evangelio los momentos en los que surge la figura de san José, como afirma el papa Francisco, se descubre que el esposo de María y padre de Jesús, ante los problemas y adversidades, nunca buscó atajos, sino que afrontó “con los ojos abiertos” lo que le acontecía, asumiendo la responsabilidad en primera persona. Por ello, en estos tiempos difíciles de pandemia sanitaria y económica, cuando muchos han visto y ven peligrar su salud, sus negocios, sus trabajos, su sustento y el de sus familias acudamos a san José y pidámosle: muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal.
San José, padre de Jesús y esposo de María, ruega por todos los hombres, mujeres, jóvenes, niños y niñas de Ibiza y Formentera.
Ibiza, diez de marzo de dos mil veintiuno.
Vicente Ribas Prats
Administrador Diocesano
Párroco de Santa Eulalia y San Mateo