Conocer, tratar, compartir la existencia humana con Jesucristo no deja indiferente. O uno se siente movido a imitarle, a caminar como Él y con Él, y en consecuencia alcanza la santidad, y eso es el mayor éxito o triunfo que podemos tener en la tierra, prólogo de un éxito sin fin que le prolonga y dura para siempre en el Paraíso. O, por el contrario, uno pasa o se deja influir por otras corrientes o ideas y la vida en esta tierra no es lo que Dios, creador de cada persona, tiene previsto y deseado.

Vivir como Jesús, acoger sus enseñanzas, ponerlas en práctica y transmitirlas a los demás es una mayor posibilidad de alegría. Y quien asume eso lo comprueba y no hay entonces nada ni nadie que te separe de ello, aunque ello suponga incomprensión, crítica, desprecio y hasta si es necesario, asumiendo la persecución y martirio.

Hoy, el calendario litúrgico nos presenta la figura de una persona que, con sus hermanos, vivió muy cerca de Jesús, y como tales, organizaron su vida de esa manera. Hoy son santos, son modelos para nosotros, son una enseñanza de la que nada ni nadie nos deberían separar.

El Evangelio nos da los datos sobre Santa Marta que nos sirven para aprender de ella. En efecto, Marta aparece tres veces en el Evangelio: en el banquete de Betania en que, junto con su hermana María, recibe a Jesús en su casa; cuando la resurrección de su hermano Lázaro, en que hace profesión de su fe en Jesús «el Hijo de Dios», y en la comida ofrecida a Jesús seis días antes de la Pascua (Jn 12, 2). En los dos banquetes, Marta se ocupa del servicio, en tanto que María unge los pies del Señor con perfume precioso o se sienta a sus pies para escucharle. Cuando Marta se queja a Jesús de que su hermana no le ayuda, el Señor no rechaza «su solicitud caritativa», pero la reprende por su inquietud y agitación, que tiene el peligro de dejar de lado lo esencial, que es su presencia ante él. Le invita a Marta a una mayor renuncia, a fin de que se encuentre menos absorbida: «Pocas cosas son necesarias, y aun una sola», puesto que estar con él vale más que quedarse al margen, aun cuando fuese por ocupaciones excelentes: «Ella ha elegido la mejor parte», dice Jesús de María, que no está «ociosa», sino «atenta». Supuso un honor para Marta el recibir a Jesús a su mesa y servirle. Pero cada uno de nosotros puede, a su vez, ejercitar la misma hospitalidad: cuando servimos a nuestros hermanos, lo hacemos.

Las fiestas de los santos no son sólo un honor para ellos, sino que son una enseñanza, una aportación válida para nuestra vida, de forma que pensando y reflexionando sobre lo que fueron, lo que hicieron, cómo lo hicieron y por qué lo hicieron, nos dan motivos a nosotros para imitarlos.

El Evangelio de San Lucas nos ha dicho: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42

Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.

Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perdiendo de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a Él por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: «sólo una cosa es necesaria«. Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.

Si contemplamos como van las cosas en cualquier iglesia podremos ver muchas actividades, programas, ideas… Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y más importante es atenderlo a Él directamente por medio de la oración.

Jesús encontró digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera el Señor que todos, como María, nos sentáramos ante Él para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).

Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor.

Santa Marta, pues, es la persona que nos enseña el proceso de hacer cosas, muchas cosas, cosas buenas, pero…siempre en consonancia con las enseñanzas de Dios. Ella dio ese paso: ser activa desde la oración, desde el trato con Dios. Y nos deja a nosotros ese mensaje, ese camino que hemos de imitar.

Este camino de Marta y de María inspiró la fundación de una Congregación religiosa. La Congregación Apostólica Marta y María fue fundada por Monseñor Miguel Ángel García Aráuz (+2004) y la Madre Ángela Eugenia Silva Sánchez, en 1979 en la Diócesis de Jalapa (Guatemala). Fueron almas orantes que deseosas del Reinado de Cristo, vieron la necesidad en aquellas tierras, donde la miseria abría puertas a las sectas y existía una precaria atención espiritual (más de siete mil kilómetros cuadrados para siete sacerdotes), de formar una congregación religiosa de mujeres consagradas que llevaran a cabo dicho deseo.

Los Fundadores quisieron distinguir al Instituto con el nombre de «Marta y María» para señalar los dos principios que rigen sus vidas: la contemplación de los Misterios Divinos (María) y la acción apostólica en el servicio generoso y desinteresado a los hermanos (Marta). Ambas facetas se funden motivadas en el amor al Divino Maestro, a ejemplo de las Santas hermanas de San Lázaro.

A su vida de oración y contemplación en la intimidad con Jesús Eucaristía, unen el celo apostólico en el servicio a los hermanos y la Iglesia, que se cristaliza en la atención de niños discapacitados y huérfanos, personas drogodependientes, ancianos abandonados y otras obras de caridad. Actualmente, la Congregación cuenta con más de 700 religiosas presentes en Guatemala, España, Venezuela, Honduras, Argentina, EEUU, Italia, Etiopía, Cuba y Lituania. Y en lo que se refiere a España nuestra diócesis de Ibiza cuenta con la acción y la oración de las Hermanas de Marta y María, con dos comunidades. Una con más de diez años y otra con más de un año. Con actividad diferente, pero con el mismo espíritu. .La asistencia generosa a esta Catedral, junto con otras actividades, ocupa el trabajo, fruto de la contemplación que se hace primero, es la actividad de una comunidad; la atención a un buen grupo de ancianos, es la acción de la otra comunidad. Son actividades que, si no estuvieran aquí las religiosas de esta Congregación no podrían llevarse así a cabo. Damos, pues gracias a Dios por ello y como miembros de la comunidad eclesial de Ibiza acompañamos esa acción de gracias con las expresiones de afecto, estima y ayuda a esas comunidades.

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