Memoria del Beato Francisco Palau i Quer

«Al Padre Palau lo podemos definir como un hombre eclesial. Fue un místico carmelita teresiano, del siglo XIX, nacido en Aytona, de la provincia de Lérida: 1811-1872. Su trayectoria vital coincide con un momento histórico de crisis político-religiosa. Una época muy difícil de revoluciones continuas por las luchas entre liberales y carlistas, obligándole a exiliarse en Francia durante once años. Al regresar a España, hombre emprendedor y dinámico, funda y dirige en Barcelona la Escuela de la Virtud, una genial obra catequética que consigue extraordinarios frutos de recristianización.

Llegó a esta isla de Ibiza en mayo de 1854, injustamente acusado, perseguido y vigilado por el cierre de la Escuela de la Virtud. Ibiza era entonces la cárcel de España; sus muros, las aguas del Mar Mediterráneo. Permaneció en esta isla desterrado durante seis años, hasta 1860. Después de un tiempo en la capital se retira a Es Cubells, por su paraje solitario frente al mar, para vivir su vocación carmelitana. Pronto descubre el islote del Vedrá, la montaña del encuentro frecuente con su Amada, la Iglesia. En lo alto del peñón descubre la cueva, ahí ejercita su vocación de solitario y misionero donde ratifica su incondicional entrega a la Iglesia. En el Vedrá tuvo grandes coloquios con la Iglesia y muchas intuiciones que más tarde se consolidaron como apóstol y fundador. Allí encontraba la fuerza para realizar su misión.

Su fuerte deseo es proclamar a todas las gentes la belleza infinita de la Iglesia y el amor a María en todos los habitantes de los pueblos. Su influencia es tan grande que en los años de las misiones populares 1864-1867, Francisco Palau recorrerá todos los caminos, evangelizando a sus gentes, por la grave situación social, religiosa y política de las islas Ibiza y Formentera. En todas partes acogían con entusiasmo sus palabras de sacerdote y u obra apostólica. 
Fue misionero por su gran amor a la Iglesia. Esa fue su motivación suprema: Servirla, amarla y predicar al mundo su belleza y su misterio. Él decía: “Vivo y viviré por la Iglesia, vivo y moriré por ella.” “Mi misión se reduce a anunciar a los pueblos la belleza de la Iglesia y predicar que la amen”.

La primera comunidad de carmelitas misioneras se funda en Ciudadela (Menorca), en 1861. Dejó tres puntos muy claros en su familia religiosa: el amor a Dios y al prójimo, la vinculación a la Orden del Carmen y el estilo de vida: orante y misionera, en comunidades fraternas.

Francisco Palau nos da a todos un mensaje de esperanza en este tiempo de crisis y dificultades. Una invitación a abrirnos al encuentro con Dios en la intimidad de la soledad y a la solidaridad con todos nuestros hermanos que más lo necesitan.»

Hna. Gracia Navarro. Carmelita Misionera.