SOLEMNIDAD DE LA VIRGEN DE LAS NIEVES PATRONA DE IBIZA Y FORMENTERA S.I. Catedral, 5 de agosto de 2018

Nuestras Islas de Ibiza y Formentera se regocijan hoy en esta fiesta de la Virgen de las Nieves que es nuestra Grande Madre y Patrona y vivas son así nuestras Islas en esta devoción! La Iglesia acoge con respeto y cariño la voz de sus fieles, que expresan los sentimientos que salen de su corazón. Un gran clamor ha ido creciendo en esta ciudad, que subía hasta el cielo anhelando tener como Patrona a quien ya honraba y veneraba desde tiempo inmemorial.

La Virgen María, Madre de Jesús y desde la cruz de Jesús Madre nuestra, es venerada con distintos nombres, que son expresión de sus actuaciones en la tierra por encargo de Jesús. Y así, se hace unos días celebramos en muchos pueblos de nuestras Islas a la Virgen María con el título del Carmen, hoy, después del triduo que hemos hecho para prepararnos, lo hacemos hoy con el título de las Nieves.

El nombre de las Nieves dado a la Virgen es por una historia romana. Según la tradición, alrededor del siglo IV una piadosa pareja de esposos que vivía en Roma había sido bendecida por su formación cristiana y en muchos bienes materiales. Sin embargo, no tenían hijos con los cuales compartir aquellos dones. Por años rezaron con la finalidad de que el Señor los bendijera con un hijo, a quien dejarle toda la herencia, pero no obtenían ningún resultado. Finalmente tomaron la decisión de nombrar a la Virgen María como heredera y le pidieron con gran fervor para que los guiara.

En respuesta, la Madre de Dios se les apareció la noche del 4 de agosto -en pleno verano- y les dijo que deseaba que se construyera una Basílica en el Monte Esquilino, una de las siete colinas de Roma, en el lugar donde ella señalaría con una nevada. De igual modo, la Virgen María se apareció al Papa Liberio con un mensaje similar. El 5 de agosto, mientras el sol de verano brillaba, la ciudad se quedó admirada al ver un terreno con nieve en el Monte Esquilino. La pareja de esposos fue feliz a ver lo acontecido y el Sumo Pontífice hizo lo mismo en solemne procesión.

La nieve abarcó el espacio que debía ser utilizado para construir el templo y desapareció después. El Papa Liberio echó los primeros cimientos de la Basílica en el perímetro que él mismo trazó y la pareja de esposos contribuyó con el fin.

Nuestra Señora de las Nieves se conmemora cada 5 de agosto. Esta festividad se extendió en el siglo XIV a toda Roma y luego San Pío V la declaró fiesta universal en el siglo XVII.

En nuestras islas hace ya casi 8 siglos que la tenemos a la Virgen, con ese título, como ayuda y mediadora, pues cuando el 8 de agosto de 1235 fueron conquistadas por un grupo de católicos catalanes, teniendo presente que la fiesta de la Virgen más cercana era esa de las Nieves, agradeciéndole a Ella su ayuda y su intervención como Madre y Maestra, le dedicaron un templo aquí donde estamos ahora que ha existido y ha ido creciendo desde entonces hasta nuestros días.

Y así, la piedad popular mariana es una de las características nuestras antes, ahora y siempre.

La Virgen María, queridos fieles, no es un mito, ni una deidad ancestral, sino una figura histórica, original y propia del cristianismo; es la madre histórica de Jesús de Nazaret. Aceptar como Patrona a la Virgen de las Nieves significa, expuesto en tres ideas, que se la ama como madre, se la invoca como intercesora y se le acepta y obedece como maestra.

En primer lugar, aceptarla como Madre. El pueblo cristiano ha experimentado la solicitud maternal y la cercanía de la Madre del cielo; bien lo sabéis todos vosotros. La fe popular se siente profundamente implicada en esta maternidad divina, porque por medio de Ella ha recibido al Salvador del mundo, al Redentor de los hombres.

María introdujo en el mundo con su maternidad muchos más bienes, que males introdujo Eva con su desobediencia. Esta conciencia de la dignidad de María ha llevado al pueblo rezar oraciones como la Salve en la que se proclama a María «Madre de misericordia».

La dignidad de Madre de Dios, como dice el Concilio Vaticano II, fue la razón por la que el Altísimo, ya desde el primer instante de su concepción, la llenó de gracia y la dotó de la prerrogativa de una singular santidad, como convenía a la dignidad de Madre de Dios. Los santos padres y doctores de la Iglesia han insistido en que la santidad de María es la que corresponde a su condición de Madre de Dios y han visto esta santidad afirmada en la salutación angélica, en la que se llama a María «llena de gracia» (cf. Lumen gentium, 56). María no solamente no tuvo ningún pecado, ni original ni personal, sino que estuvo llena completamente de la gracia del Señor.

¡Queridos hermanos de Ibiza y Formentera, que hoy aclamáis a la Virgen de las Nieves Patrona vuestra, amadla como buena Madre, porque es la Madre de nuestro Salvador y Redentor!

La Virgen de las Nieves es también medianera de la gracia. María, la Madre del Señor, intercede ante su Hijo Jesucristo en favor de sus hijos adoptivos, que somos nosotros. La Virgen de las Nieves por sus hijos ibicencos y formentereños, para sostenerlos en todas sus tribulaciones.

Medianera de la gracia es la Virgen María, porque estuvo asociada a Cristo en la obra de la redención y de la salvación y acompaña a sus hijos, para que lleguen a la patria celestial (cf. Lumen gentium, 61). La intercesión de María se desprende de la única mediación divina de Jesucristo, que no queda oscurecida ni menguada, como dice el Concilio Vaticano II, que expuso ampliamente la función de santa María en el misterio de Cristo y de la Iglesia y explicó cuidadosamente el significado y el contenido de la «mediación» de la santísima Virgen (cf. Lumen gentium, 60).

María, la llena de gracia y misericordia, está también llena de poder, porque desde el cielo ella distribuye los tesoros de la gracia divina en concordancia perfecta con la voluntad de Dios. La Virgen misericordiosa es Virgen poderosa. Y así en nuestras Islas con su protección y el patronazgo podemos disfrutar de los tesoros de la gracia divina.

«¡Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado!», nos ha dicho el Señor Jesús (Jn 16, 24). ¡Queridos fieles, pedidle a la Virgen de las Nieves las gracias que deseáis obtener de su Hijo Jesucristo, en orden a vuestra salvación.

Pero no pidamos caprichos egoístas; cuando los hijos piden a sus padres algo que les pueda dañar, no se lo dan; pero si piden cosas que son buenas y las necesitan, los padres se vuelca. La Virgen de las Nieves hace lo mismo. Ella, como madre solícita, conoce todas nuestras necesidades particulares, familiares, comunitarias y sociales. De nuestros labios debe salir cada día la oración de petición de su intercesión como Madre nuestra y decirle: Virgen de las Nieves ruega por nosotros.

Y, finalmente, tener por Patrona a la Virgen de las Nieves implica obedecer sus consejos de maestra y madre Hemos escuchado en el Evangelio que estaban junto a la cruz de Jesús un grupo de mujeres y el discípulo amado. Entonces, la mirada de Jesús se detuvo sobre la madre y el discípulo. Los pone aparte, los toma sobre sí, y obra maravillas: “viendo así a su Madre y junto a Ella al discípulo que amaba, Jesús dijo a su madre: ¡Mujer, he ahí a tu hijo!” y de seguida, al discípulo: “¡Hijo, he ahí a tu madre!”.Jesús completa así el círculo del amor.

Jesús amaba mucho a su Madre y ésta a Jesús; Jesús amaba mucho a su discípulo y éste a Jesús. Entonces, Jesús establece un nuevo lazo de amor entre su Madre y el discípulo al que eleva a la dignidad de hijo. De este modo, queda completo el círculo del amor: De Jesús a su Madre, de la Madre al discípulo-hijo y de éste al Maestro. Es el amor de Jesús que circula entre las personas. De tal manera ama a su discípulo, que le entrega a su madre a la que tanto ama. La Madre es un puro don del amor del Hijo. El discípulo es dado como hijo a María porque Jesús lo ama. El discípulo es así un don que Jesús entrega a su Madre como señal del amor que Él le tiene. De este modo, madre e hijo (discípulo) quedan unidos fuertemente por el amor del Señor moribundo y así quedan fijados en su testamento y en su voluntad.

Jesús emplea dos términos de familia: Madre e hijo, para indicar que todos cuantos le sirven constituyen una misma familia, su familia y han de estar animados por su amor y por su espíritu. Una vez ya resucitado Jesús, llama a sus discípulos, Hermanos y añade: “subo a mi Padre y a vuestro Padre” (Jn 20, 17). Jesús había, pues, creado dos responsabilidades: primeramente, la de su Madre: “mujer he ahí a tu hijo” seguidamente, la del discípulo: “ahí tienes a tu madre”. Todo ello constituye una figura completa de la Iglesia maternal y filial.

¿A quién había entregado Jesús su Madre? A menudo se responde a Juan. Pero el texto no emplea su nombre propio sino el más genérico y simple del discípulo amado. Con esto podemos intuir que no sólo se la entregaba a él, sino también a todos los demás. Todos los discípulos son amados por Jesús y todos reciben a María como madre y como prueba amorosa de Jesús.

Recíbela también tú, puesto que Jesús te ama. ¿Cuándo nos hizo Jesús esta entrega y donación de su Madre? Precisamente en el supremo momento de su muerte y de su amor sin límites. Al final, María se convierte en una de las grandes donaciones que Jesús nos lega en aquella hora suprema: cuando nos da su vida, su sangre y el agua que brotaba de su corazón traspasado, y cuando entrega su Espíritu y muere.

María será desde entonces nuestra verdadera madre con toda la capacidad infinita de ser de madre. Pero todo ello, le viene de Jesús, en realidad, el único mediador. ¿Puede entonces María interceder por nosotros? ¿Podemos nosotros solicitar sus socorros? ¿Con qué seguridad? con plena seguridad. De lo contrario, las palabras de Jesús serían vanas. Es el mismo Dios quien antes había dicho: “que sea la luz” y “la luz se hizo” y el que también nos dice: “¡He ahí a tu madre!” Es por tanto, el mismo Jesús quien nos lo dice y nos lleva hacia su Madre. Esto justifica plenamente nuestras plegarias cuando nos acogemos a María con nuestros problemas.

¡Queridos hijos de Ibiza y Formentera, os felicito por este gran acontecimiento, que marca una pauta en vuestra historia! Muchos, muchísimos colaboráis a la puesta en marcha de esta hermosa fiesta del Patronazgo de la Virgen de las Nieves sobre nuestras Islas. Las parroquias han potenciado la devoción mariana, las asociaciones e instituciones han apoyado la iniciativa, y los fieles devotos han afianzado su fe y su confianza en la Madre de Dios y madre nuestra.

Con este gesto de amor queremos también pedir su protección e intercesión maternal por todos los hombres de cualquier raza, lengua, cultura o religión. Aquí puede venir a suplicarle y a venerarla, cualquiera que lo desee; las puertas de esta Catedral dedicada a la Virgen de las Nieves están abiertas a todo peregrino, a todo fiel, a todo devoto, a todo extranjero o turista, que quiera rezarle en su propia lengua a la Patrona. La Virgen es madre de todos; quien pise Ibiza y Formentera la tiene también como Patrona. Termino con una breve oración: «¡Virgen de las Nieves, Madre y Patrona nuestra, ruega por nosotros!» Amén.

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